26/1/08

Sedagro: lección ciudadana

Reforma - Nacional (Opinión)
26-Ene-2008
Por José Luis Lezama

El gobernador del estado de México parece ansioso con la idea de pasar a la posteridad. Para lograrlo tiene varios proyectos en mente. Uno de ellos es aprovechar el desgaste dejado por la confrontación entre las diversas fuerzas políticas que se han enfrentado en los últimos sexenios dentro y fuera de su partido y hacerse, primero, de la candidatura a la Presidencia de la República y, si la suerte le sonríe y la obra de gobierno de las administraciones panistas y la desgastante lucha interna del PRD deja sin candidato viable a esos partidos, hacer realidad su sueño: ser el Presidente de los mexicanos en el 2012. El perfil mediático difundido por los diseñadores de imagen del gobernador es el de un niño bien, una imagen que suponen grata a un sector de la clase media y alta, de pulcritud, de gente joven con deseos de cambio, de ruptura política generacional, de alguien que puede sin dificultad desprenderse del pasado, vender la posibilidad de un PRI renovado, distinto, iniciador de una era postdinosáurica, una imagen de triunfador, con ambición y vocación de modernidad, alguien que haga posible el muchas veces fallido acceso al desarrollo, al primer mundo. Habría que ver qué imagen de Presidente tienen en mente los millones de mexicanos en condición de pobreza y pobreza extrema que han sido tradicionalmente los perdedores de los distintos proyectos políticos puestos en práctica en el pasado y también la de aquellos grupos, aún poderosos, que controlan su partido y que también tienen enormes deseos de recuperar el poder y sus privilegios.

Otra de sus vías de acceso a la posteridad la estaba fabricando con la inoportuna idea de crear un conjunto urbanístico que, con grandes muestras de "imaginación", había dado en llamar "Ciudad Bicentenario", proyecto que fue presentado al Congreso del estado de México el 5 de diciembre pasado y aprobado en pocos días, en una sorprendente muestra de eficacia legislativa. El lugar elegido para la obra urbana más importante del gobernador es lo que se llama "Conjunto Sedagro", en el municipio de Metepec, en una de las regiones de crecimiento urbano más desordenado y no sustentable del país, el Valle o zona metropolitana de Toluca, a 55 kilómetros de la Ciudad de México.

El conjunto Sedagro constituye uno de los escasísimos espacios verdes de la región, productor de importantes servicios ambientales (algunos de los cuales relacionados con la prevención del cambio climático) y de miles de árboles utilizados para propósitos de reforestación. Este fallido desarrollo urbanístico, al que también habían llamado "Ciudad Administrativa", incluiría un centro de convenciones, viviendas, hoteles, hospitales y universidades y sería, además, utilizado para albergar las oficinas de gobierno y a la burocracia mexiquense.

Ciudad Bicentenario era una creación totalmente artificial. No existía en los programas de planeación del estado, tampoco en el del municipio de Metepec, había logrado un rechazo casi unánime de la ciudadanía, contradecía los esfuerzos mundiales y el espíritu de los programas ambientales nacionales, representaba una transformación no deseable de los usos del suelo, ahondaría los problemas de tráfico y contaminación ya existentes, se ubicaría en una zona con problemas de agua y servicios, de alta densidad poblacional; no obstante, era defendida con una extraña vehemencia por las autoridades del estado.

De habérselo propuesto, es posible que no hubieran encontrado un lugar más inadecuado para llevar a cabo una obra que hubiera sonado irracional a cualquier planificador urbano con enfoque social y ambiental.

El gobernador lo tuvo muy claro, el proyecto no sólo era impopular, iba contra sus intenciones de construirse una base de legitimidad ciudadana en apoyo de sus aspiraciones políticas para el 2012. Mostró un mínimo de instinto político, decidió que su estrategia en pos de la posteridad tenía que basarse en allanar, no en complicar el camino a la Presidencia. No obstante, su proyecto hubiera seguido adelante, de no mediar la inmensa y efectiva movilización ciudadana que decidió ponerle un hasta aquí a este antiecológico capricho sexenal. Sin proponérselo, la cancelación del proyecto Sedagro se convirtió en un acto de pedagogía ciudadana, enseñó a la sociedad civil todo el poder de su acción movilizadora. Queda en manos de la ciudadanía movilizada obligar al gobernador a cumplir las promesas de enverdecer la zona en disputa, a las cuales se vio obligado en sus intentos por salir ileso de su aventura urbanística.

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Página de internet: http://www.jlezama.cjb.net/

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